este es un devocional que me mando mi sis de argentina, y esta muy bueno, asi que lo quiero compartir con ustedes!!
26 de noviembre
"Escucharé lo que dirá Dios el Señor, porque hablará paz a su
pueblo, a sus santos; pero que no vuelvan ellos a la insensatez."
Salmo 85:8 (RV 60)
Un campesino con residencia en una chacra en el interior del campo
fue a visitar a un amigo que vivía en la ciudad de Manhattan, en
Nueva York. Caminaban por la quinta avenida (un paseo típico en la
ciudad) cuando el campesino comenta: escuché un grillo.
Es imposible, le respondió su amigo de la ciudad. No puede haber
grillos en Manhattan. Y si los hubiera, ¿Cómo podrías escucharlo en
medio de tanto ruido de autos y bocinas, gente gritando, trenes,
música y ruidos diversos?
Hay un grillo, insistió el campesino. Espera y verás.
Avanzó una cuadra. Se detuvo. Escuchó nuevamente. Comenzó a buscar,
y finalmente en una maceta grande encontró el grillo.
No puedo creerlo, le dijo su amigo sorprendido. ¿Cómo hiciste para
escucharlo? es imposible.
Es que mi oído esta educado distinto que el tuyo. Todo depende de lo
que estén habituados a escuchar. Te doy un ejemplo:
Metió la mano en el bolsillo, sacó unas monedas y las tiró en la
calle. Al escuchar el ruido todos los que pasaban giraron si mirada
hacia donde estaba el campesino. Todo depende de a que uno este
atento.
Hoy Dios no habla audiblemente, no podemos escuchar su voz como lo
hicieran Moisés o Elías. Pero Dios sigue hablando fuerte y claro. El
problema es que hoy, no tenemos el oído educado para escucharlo. Nos
habituamos a los ruidos de la vida que nos rodea, a los ruidos de
nuestros caprichos, a los ruidos de nuestra rutina. Y no podemos
escuchar a Dios.
Escuchamos solo las monedas que caen en la vereda de la vida, que
distraen nuestra atención de lo verdaderamente importante. Pero no
podemos escuchar el grillo de Dios. Estamos demasiado ocupados,
demasiado trabajados, demasiado tristes, demasiado indiferentes. Y
no podemos escuchar.
Hoy el salmista nos desafía a reeducar a nuestro oído, para poder
escuchar a Dios. Aun en medio de tu ciudad cosmopolita, o en la
soledad de tu cuarto, en el tren de regreso a casa o en la soledad
de una tarde sin compañía Dios quiere hablarte. Él tiene cosas
importantes para decirte. Pero no es fácil escucharlo. Hay que
educar el oído y estar atento
REFLEXION - Escuchalo a Dios, te quiere hablar.
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